Siguiendo con las claves de la seguridad alimentaria, esta vez queremos tratar el uso de los líquidos y de alimentos de forma segura.
Usar agua potable y alimentos seguros
Una vez más podemos encontrar microorganismos y sustancias químicas en los alimentos, por ello antes de cocinarlos o consumirnos habremos de lavarlos adecuadamente, especialmente si los alimentos van a ser comidos crudos, como las frutas y las hortalizas.
Podemos añadir un segundo paso tras la limpieza para asegurar aún más el alimento. Por ejemplo, los vegetales, como el tomate y lechuga, tras su limpieza en agua, deben desinfectarse introduciéndolos en una solución de agua con unas gotas de lejía de uso alimentario, o apta para la desinfección del agua de bebida.
Tras la limpieza con agua de algunos vegetales, es aconsejable su desinfección.
El modo de proceder es conociendo el volumen de agua a clorar, añadir la cantidad apropiada según la etiqueta de la lejía, dejar actuar 10-20 minutos y a continuación enjuagar con agua abundante.
Es una obviedad, pero tenemos que reafirmar que siempre hemos de usar agua potable tanto para el consumo como para la limpieza de los alimentos y de las máquinas que utilicemos en el procesado de alimentación.
El agua potable es la procedente de la red pública, sometida a tratamientos fisicoquímicos que la potabilizan, o la que es embotellada por empresas autorizadas.
Siguiendo con el uso del agua, no hemos de olvidarnos del hielo.
Hace unos días nos sorprendió la noticia de un estudio realizado en el Reino Unido sobre de algunas cadenas de comida rápida (muy importantes), el cual mostró que el hielo servido en estos establecimientos contenía más bacterias que el agua de los retretes.
Las razones que se han encontrado a este hecho es que tal vez se laven más los baños que las propias máquinas del hielo, que el mantenimiento de estas máquinas es inadecuado, o que los empleados no se lavan las manos antes de manejar el hielo.
En cuanto a la leche, esta no se debe consumir sin tratar, que no haya sido procesada: pasteurizada o esterilizada.
La leche pasteurizada es la que venden en los lineales refrigerados, y la leche esterilizada es la leche que encontramos en los lineales no refrigerados, en plástico o en tetrapack.
La leche que vayamos a consumir debe estar previamente esterilizada o pasteurizada.
Debemos seleccionar alimentos saludables y frescos.
El vendedor nos debe acreditar el origen de los mismos, sean carnes, huevos, o vegetales. Los que no estén etiquetados o que no se vendan en establecimientos, o sin el sello de inspección veterinaria (en las canales de animales), pueden ser una bomba de relojería.
A las empresas de alimentación el poseer una autorización sanitaria o un registro sanitario les implica estar sometidas a unos procedimientos de autocontrol y unas inspecciones que no tienen aquellas que operan al margen del control sanitario.
Al hacer la compra asegurate que el alimento es fresco y fíjate en su etiquetado.
Os dejamos un tríptico – resumen de las claves más importantes en la seguridad alimentaria, según AESAN, que os podeis descargar pinchando en la imagen.
Estamos seguros que siguiéndolas evitaremos muchos de los tipos de contaminaciones que pueda derivar en enfermedades e intoxicaciones alimentarias.